miércoles, 27 de enero de 2010

El Juego de la Oca

El Dado ha hablado…

Se decide jugar… y se tiene la sincera intención de llegar al final de la partida. Se conoce donde empieza pero no cuando termina. Quizás en la meta… Depende de la providencia. Quizás en otro sitio, cuando así se haya decidido.

Hasta un punto desconocido te lleva una de las seis caras… sin conocer el destino, te lo encuentras en el camino y aterrizas en una de las diez mil casas. Que situación acontece… durará hasta que termine un ciclo entero. Todo aquel que participe tiene que escuchar al Dado, también sufrirá providencia y destino… Nadie escapa al Juego, el problema es no saberlo.

Cada paso de la ruta representa una estancia, un estado. Es ahí, mientras se aguarda, que se padece lo que manda el juego… Si es bueno, se avanza, si no, resta a la espera hasta que las condiciones así lo digan. Prisiones, puentes y corrientes… Esperas prolongadas o saltos gigantescos…

El Juego da nombre a unas casa, y estas recuerdan el Juego… Cuando se llega a ellas, es tan sólo por un instante, pues transportan al jugador, sorteando los posibles peligros que capturarían a cualquiera que los pisase, hasta la siguiente etapa; donde lanzados de nuevo los dados, se aguarda un nuevo destino.

Y así hasta el Fin. Donde termine la partida, donde el partir haya terminado; así lo decida el Dado, y alguien haya llegado a la última Casa.

La que lleva el Recuerdo del Juego.

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